ENFERMERÍA: Un accionar admirable

 Cuando las medidas adoptadas con la intención de proteger la salud de los habitantes interfieren y afectan en otros niveles a los más vulnerables, es nuestro deber como enfermeros hacer hasta lo imposible para afrontar diversas situaciones y evitar (o al menos disminuir) las implicancias emocionales que pueden conllevar a un deterioro en la psiquis y/o en la salud de las personas, particularmente en la de nuestros niños y adultos mayores, aquellos que desde el inicio quedaron a resguardo porque son los más vulnerables; confinados en sus propios hogares o en asilos, viéndose privados de ese contacto afectivo que tanto necesitan, de sus familias, de sus “seños”, de sus compañeros.
Familias enteras aisladas, plazas clausuradas por cintas de seguridad, abuelos solos… mirando por la ventana.
Y, tal vez se pregunten: ¿qué puede hacer enfermería ante estas situaciones?
Pues bien, en este período de tiempo hemos sido testigos del admirable accionar de nuestros profesionales de la salud (y futuros profesionales), quienes a pesar de sus propias limitaciones y pesares, han dado todo, se han repensado y reinventado para afrontar un sinfín de circunstancias. Hemos visto enfermeras moviendo “cielo y tierra” para conseguir ese medicamento que una niña necesitaba, el cual sus padres no podían comprar porque no poseen los recursos (ya que, debido a las restricciones o aislamiento no pueden ir a trabajar); hemos visto enfermeros llevar adelante campañas de recolección y distribución de alimentos para quienes lo necesitaron; enfermeras poniendo a disposición su tiempo y elementos personales para que el paciente puede hacer una video llamada con sus familias y, poder así, acortar las distancias y terminar con esos sentimientos de soledad que abruman; enfermeras amasar tortas fritas para que sus pacientes se sientan más “como en casa”; enfermeras crear, inventar o comprar juegos de mesa o juguetes para que, aunque sea sólo por un momento, puedan olvidar que su familia no viene y verlos sonreír; decorar una sala o habitación y poner una vela en un alfajor para halagar al cumpleañero; enfermeras pasar horas con los pacientes escuchando, tal vez por décima vez, la misma historia… pero, ¿qué más da?, el paciente se siente querido, escuchado y reconfortado, y eso… ¡nos llena el alma!
Ésto es enfermería, de esto se trata esta apasionante profesión: de, de escuchar, de contener, de acompañar, de educar… de estar ahí, para el paciente y su familia.
Y nuestra mayor gratitud es saber que, de algún modo, pudimos ayudar, que cambiamos el día de ese paciente y aunque (como dijo Maya Angelou en algún momento cuidar) probablemente no recuerden nuestro nombre, pero sí recordarán como los hicimos sentir.
Por eso, a pesar de las dificultades y pruebas que nos ponga la vida, sigamos esforzándonos y formándonos; mientras mayor sea el sacrificio, mayor será la recompensa. Y qué mejor recompensa que la sonrisa de un paciente, una caricia o, en el anonimato, formar parte de las memorias de alguien. 
Sigamos adelante y con más fuerza…










Por amor a la profesión, pero ante todo, con empatía y compasión.



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