TE ESCUCHO

 Buenos días lectores, hoy les traemos una nueva nota, con un tema muy particular: el seguimiento del paciente, ¿saben qué es?
 Es el acompañamiento que brinda el sistema de salud a aquel paciente que está cursando COVID -19, dado por médicos, enfermeros y administrativos, quienes llevan a cabo la ardua tarea de brindar cuidados de calidad y contención emocional, no solo al paciente en sí, sino a toda una familia. Dicho seguimiento se basa en evaluar constantemente el estado del paciente (físico y psíquico), así como ciertas cuestiones económicas, dadas por la situación de aislamiento, donde se trata de satisfacer las necesidades que se presenten en la medida que esté a nuestro alcance.
Esta monitorización del paciente está ligada a un protocolo de atención que se realiza de manera telefónica, donde el único recurso que se utiliza es la palabra; mediante las llamadas se realizan de forma regular diversas preguntas para controlar diariamente el transcurso del aislamiento obligatorio. Como estudiantes de Enfermería, debemos tener en claro que nuestro rol principal es cuidar. El arte de cuidar o de curar, también implica el hecho de escuchar y contener. Siempre debemos estar abiertos y receptivos respecto a lo que el paciente nos refiere acerca de su situación. Los usuarios se vinculan intensamente con el personal de enfermería, dado que somos nosotros quienes permanecemos con ellos durante los períodos asistenciales, ya sea durante la internación o a través de llamadas, como es el caso en este especial contexto de pandemia.
Hace poco tiempo comenzamos los estudiantes de 3ero de enfermería a realizar dicho seguimiento, en el efector de salud Hospital José María Gomendio de la localidad de Ramallo, Bs As; el objetivo de esta iniciativa es mejorar la calidad de atención a los pacientes que se encuentran cursando Covid y disminuir la presión asistencial con respecto a las consultas. Además, significa para nosotros un gran enriquecimiento profesional, ya que nos permite desarrollar nuestra comunicación con los pacientes y poner en práctica toda la teoría aprendida, así como ayudar a las personas que se encuentran pasando esta difícil situación.
Como estudiantes en formación, este grado de participación en la pandemia nos moviliza. Poder ayudar a recuperar el bienestar de una persona, asistirla y brindarle la información necesaria para que su estado anímico y físico mejore. Éste acompañamiento se basa en la interacción con el paciente, proporcionando confianza y un clima de respeto que facilite la adherencia y participación del mismo y de su familia para favorecer el cuidado, que trasciende a lograr percibir los sentimientos y diferentes obstáculos que cada persona vive en estos tiempos.
Queremos contarles desde esta experiencia que hoy nos toca transitar, que suelen surgir otras inquietudes desde la otra parte. En dichas situaciones, tratamos de brindarles tranquilidad para poder ayudarlos a transitar las cuestiones que se les presenten. De este modo, el paciente se involucra con nosotros y se siente contenido y seguro para expresar sus emociones. Es en esos momentos cuando uno comienza a pensar y a posicionarse en el lugar del otro. Cabe destacar la imperativa importancia de la escucha activa y a través de ésta, poder aportar tranquilidad y seguridad a la otra persona. Siempre debemos ser empáticos y estar dispuestos a prestar oídos en cualquier momento y horario. Nuestra labor no debe concluir en las preguntas formales pertinentes al seguimiento, en determinadas ocasiones debemos extendernos algunos minutos más y ofrecer nuestra predisposición para brindar contención a nuestros pacientes, más allá de los cuidados básicos.
¿Cuántas veces escuchamos: “no involucrarse con el paciente”?. Es una tarea muy difícil marcar una barrera entre lo profesional y lo personal, porque al realizar seguimiento, uno hace más que eso, se mete en la casa de ese paciente, en sus vivencias de cada día, en sus problemas, en su contexto.
Realizamos un trabajo humanitario, donde siempre se busca promover el bienestar del paciente. Por eso, también sentimos esa preocupación cuando un niño está enfermo o cuando un adulto pasa a internación. Donde tenemos que sobrellevar, también, la angustia de una familia que debió ser apartada de un ser querido, quedando vulnerables, ahí es cuando buscamos darles la fuerza que ellos necesitan, damos lo mejor de cada uno.
Y cuando un paciente se recupera, esa alegría que nos invade al sentir que fuimos partícipes de todo ese proceso, donde finalmente, se logra el objetivo… que el paciente internado vuelva a su casa, que el enfermo sane y que esas personas puedan salir del aislamiento para seguir con su vida, trabajar, llevar a sus hijos al colegio, etc.
Más allá del estrés en el sistema de salud, se sigue dando lo mejor, atención de calidad individualizada para cada paciente, con el mayor de los compromisos y brindando todo lo que está al alcance. No se hace todo a la perfección, pero sí de la mejor manera posible.

Por amor a la profesión y, sobre todo, siempre con empatía y compasión.




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