Enfermería en tiempos difíciles.

 


En esta ocasión queremos darle una mirada de cómo abordar una enfermedad o un diagnóstico que no esperamos, donde el tiempo se detiene y hasta nos parece algo irreal, pero tenemos el compromiso de acompañar para que el paciente se focalice en seguir adelante y transitar su dolencia.

Cuando una persona se enfrenta a un resultado no esperado, puede experimentar y quedar atrapado en varias emociones siendo éstas las que influyen en la conducta frente a su padecimiento o forma de asumir su enfermedad.

No se puede ignorar o pasar por alto que se verá influenciado por los sentimientos, dudas, miedos, una personalidad y además pertenecer a un entorno familiar y social, que, sin lugar a la duda, se ve afectado y alterando los distintos niveles cuando se presenta o se instala esa enfermedad.

Así ocurre que, en general, el ser humano no puede convivir con esos estados de incertidumbre y miedo; y frente a un pronóstico desfavorable donde se evade o niega, logrando perpetuar ese sentimiento que le va a impedir liberar el malestar.

Es importante la labor del profesional de salud a la hora de ayudar al paciente para que pueda asumir su nueva condición y afrontar su situación.

Ayudar a lidiar con esas emociones es trabajarlas, sentir dónde y cómo suceden; y al ejercer un trabajo de autorregulación permite identificar si la persona es consciente de lo que le está pasando o de lo que se le está informando, si dedica tiempo al autocuidado y si necesita que se trabaje su nivel de autoestima. Al escuchar esas emociones y distenderlas, da lugar, por ejemplo, a un mejor estado de ánimo.

La aceptación de lo que me está pasando es un proceso continuo en el que la persona intenta dar significado y respuesta a lo que le ocurre.

Es un gran desafío poder reconocer esos sentimientos e identificarlos para que, mediante la comunicación y ese autoconocimiento sea el que favorezca esa valoración personal, facilitar la adaptación tanto del paciente como de su entorno, colaborar en las etapas del proceso y el acompañamiento.

Manejar una estabilidad emocional permite acompañar cada tratamiento o situación de forma positiva, buscar la solución o relacionarlo con otra cosa que se resolvió y lograr un dominio o control de los cambios para ese bienestar físico y emocional.

Como futuros profesionales de salud, podemos adoptar estas aptitudes como compromiso personal de seguimiento y acompañamiento.

Empatía: posibilitar ese acercamiento a cómo el paciente ve el mundo, entender la conducta que adopta por tal motivo y así poder ayudarla. Se trata de la capacidad de comprender a las personas desde su propio marco de referencia, en lugar de hacerlo desde el de uno mismo.

Escuchar: brindar una escucha activa tratando de interpretar el significado de eso que se quiere decir. Es decir, saber percibir sus sentimientos, como su necesidad de comunicación e indicarle a través de la retroalimentación lo que estamos entendiendo.

•Evitar mentir: implica respeto hacia la persona, la cual tiene derecho a saber. No ocultar la verdad al paciente por presiones de la familia, en cuyo caso, lo que debería hacerse es trabajar con la familia y explicarles que ese tipo de actitud es perjudicial para el paciente. Explicar a la familia que no hay inconveniente en no darle al paciente cierta información en caso de que no pregunte, aunque si lo hace, no se le podrá mentir. En este caso, es muy importante también dejar patente el compromiso personal del profesional con el paciente, dejando claro que seguirá a su lado y al de su familia, que podrá ayudarlos y nunca los va a abandonar.

Comunicación eficaz: brindar una comunicación oportuna, precisa, completa, inequívoca y comprendida por quien la recibe, disminuye errores y mejora la seguridad del paciente.

“Ese compromiso personal de seguimiento y acompañamiento, es fundamental para contrarrestar y compensar la mala noticia”, es decir, cada acontecimiento que la persona siente como traumático; hacer que su realidad no sea tan incierta. Poner en práctica y ofrecer un apoyo emocional, un apretón de mano, un trato cordial, la escucha activa, etc. harán la gran diferencia en su padecimiento.

Abordar la enfermedad como una oportunidad de aprendizaje y no dejarnos invadir por las emociones negativas que no permiten seguir adelante.

“Por amor a la profesión, y, sobre todo, siempre con empatía y compasión”.




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