“Actos de amor en pandemia que hacen la diferencia”

 



Buenos días queridos lectores, la nota de hoy nos acerca a los adultos mayores en residencias en tiempos de pandemia.

Hola, mi nombre es Maira Pérez, soy auxiliar de Enfermería, en el 2016 comencé a trabajar en un hogar, antes de la pandemia los adultos mayores podían recibir visitas normalmente, salir a pasear o ir a las casas de sus familiares, realizar sus sesiones de kinesiología, y también tenían clases didácticas para estimularse.

En el comienzo de marzo del 2020 llega a la Argentina el COVID-19, un virus que desconocíamos y no sabíamos cuánto tiempo iba a durar, esto contrajo cambios principalmente en los afectos emocionales de todos, pero puntualmente a ellos, los de la tercera edad que residen en hogares. 

Hogares los cuales pasaron a ser el resguardo de estos abuelos, en donde al principio las visitas eran prohibidas a familiares que viajaban al extranjero o presentaban algún síntoma, luego con las medidas sanitarias se fue restringiendo aún más la entrada a toda persona; desde kinesiólogos, terapistas ocupacionales, profesores que realizan actividades recreativas; hasta familiares los cuales  iban habitual todos los días a ver a sus padres, pero todo se redujo, se delimito el ingresos hasta un simple saludo, al cual estaban acostumbrados a hacer. 

Esto llevo a dejar de compartir un mate, momentos compartidos como esas  risas que miman el alma, un abrazo tan necesario en estos tiempos y todo aquello ligado a que la mayoría de los adultos con edad avanzada , que reside en hogar por diversos motivos. Ya que no pueden vivir solos en su casa porque padecen enfermedades como alzhéimer, demencia senil, trastornos de bipolaridad o su familia no puede atenderlos.  

En medio de una pandemia donde muchas emociones florecen, desde la tristeza, el enojo de pensar que los tienen olvidados, extrañar esos vínculos y las caricias, perder los estímulos de esos pequeños avances en kinesiología, no ver caras distintas más que al personal que trabaja en el lugar; pasaron de ser libres, a vivir en una burbuja en donde solo las caras que veían eran las mismas de siempre; donde se debía cumplir con todo el protocolo de prevención y el uso de elementos de protección como barbijo, cofias, mascarillas, batas, etc. que cambiaban ese entorno.

Personalmente esto me afectó ya que con el tiempo que llevaba trabajando en el hogar conocía a todos los familiares, compartimos muchos momentos, tanto de felicidad o tristeza, y el dejar de compartir, el dejar de ver a sus hijos disfrutar de sus padres ya ancianos, me generaba una especie de angustia. 

En nuestro país, el Ministerio de Salud realizó una campaña en la cual se vacunaron en primer lugar a los adultos que residían en geriátricos y al personal de salud.

Actualmente en Julio del 2021, la crisis sanitaria no ha cambiado mucho, todos los adultos mayores están vacunados, sin embargo, no en todos los hogares del país, las visitas son permitidas. En el hogar  se implemento las visitas a través de un vidrio. En este caso la soledad juega un papel importante en esta pandemia, ya que los adultos mayores tienen que lidiar con sus limitaciones o enfermedades y la falta de afecto familiar.

Enfrentándonos a esta situación que irrumpe el estado emocional de los de la tercera edad, tuvimos que ponernos en marcha con actividades que quedaron sin efectuarse, buscando métodos para incentivar a los adultos y poder estimularlos de alguna manera.

Con esta iniciativa, sin medir los recursos y poniendo todo lo que teníamos a nuestro alcance, logramos generar  esa compañía y complicidad, desde por ejemplo poniendo a disposición nuestros celulares para que los familiares puedan realizar video llamadas y poder brindar ese momento de comunicación a través de una pantalla, hasta realizando juegos didácticos como jugar al bingo y darles de premio golosinas que le gusten, también adivinanzas, juegos de mesa, juegos de cartas, mirar películas, que tal vez esos recursos vienen de los hogares de cada uno. Nuestro trabajo ya no sólo era trabajar el cuidado sino también a repartirnos ciertas actividades para poder acompañar, satisfacer esas necesidades y hacerles olvidar un poco la situación que está pasando globalmente.

Nos comprometimos con ellos, los abuelos, que no solo forman parte del entorno laboral, sino que pasan a ser esa gran familia postiza de cada uno de los integrantes, cuidadores de los adultos mayores en los hogares. A veces por más que se tengan en cuenta los protocolos y saberes previos de que no hay que involucrarse afectiva o emocionalmente, ellos logran traspasar esas barreras y nos hacen recapacitar día a día esos valores que nunca tienen que dejarse de lado en esta importante vinculación. Los familiares están muy agradecidos con nuestro labor y nos lo demuestran día a día. 

 

 “Por amor a la profesión y sobre todo, siempre con empatía y compasión”

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