“UN DÍA TODO CAMBIO”

 

Estimados lectores, tengan ustedes muy buenos días!!!

Que este martes esté lleno de cosas buenas para todos. Que todo lo que la vida te presente se convierta en fortaleza.

Grandes historias de hombres comunes haciendo cosas extraordinarias, es el tesoro escondido que muchos pretenden descubrir, pero no siempre es la respuesta más acertada.

El nuevo paradigma que plantó la pandemia, desestabilizó a grandes rasgos nuestra vida cotidiana, ésta incertidumbre nos derivó a la ansiedad y al estrés por falta de herramientas para lidiar con la problemática. Hoy en día, podemos afirmar que tenemos un eje que nos pone en sintonía para poder mantener la calma.

Desde la perspectiva como profesionales de salud, enfrentamos cambios en nuestro sistema que muchas veces colapsa, pero logramos adaptarnos, cumpliendo los protocolos y modificando nuestras horas de trabajo, aunque esto interfiera, a veces, en el área personal.

Como obreros, se han modificado las horas de trabajo acorde a las disposiciones gubernamentales, nos hemos amoldado a sueldos más apretados y a mayor carga horaria para poder cumplir con las necesidades requeridas y así mantener nuestros puestos de trabajo.

Como seres humanos, hemos sufrido el desapego social y familiar; cada cambio ha sido difícil de asimilar, pero necesario para nuestro futuro.

Algunas situaciones de la vida pasan para traernos enseñanza y evocando lo inevitable, esto que vale la pena para todos… tal vez, vivenciarlo nos enseñó a valorar otras cosas, a ver el mundo desde otra perspectiva y dejando de lado lo material y el perfeccionismo.

Ahora bien, hablemos de las emociones… aquellas que han surgido en el transcurso de este año y medio, aquellas que han cambiado nuestro ser y nuestra rutina diaria. Es imposible olvidar a aquellos seres queridos que este virus se llevó, es imposible olvidar el llanto de esa madre desesperada por no poder ayudar a sus hijos, porque es algo que se les escapa de la manos, de los hijos llorando a su padre, madre o abuelos; todos se fueron lejos de los suyos, yaciendo rodeados de frías maquinarias y en compañía solo de los profesionales de salud…

Ahora, divisamos lo profundo, lo positivo que este virus nos trajo consigo. Sí, aunque difícil sea esta tarea, lo positivo que nos trajo: enseñanzas inimaginables, aprendimos cuánto valor tenían (y aún tienen) un abrazo, un beso, una caricia; cuánto valor tiene un “cuídate”, una llamada, un mensaje… lo que vale y protege un barbijo y que no solo los usan los doctores de cirugía.

Aprendimos a darle más uso al alcohol y a higienizar objetos inanimados, acciones a las que antes no le dábamos importancia o no le encontrábamos sentido; aprendimos que cuidarse uno mismo, es cuidar también al otro, y que entre todos podemos salir adelante.

Todo esto nos trajo algo positivo, a todos los que pudimos afrontar estos malos tiempos de resguardo y soledad, a todos los que se enfrentaron con este virus y ganaron la batalla, y los que tuvieron suerte de esquivarlo, no se puede pedir más, no podemos sentirnos más fuertes y valientes.

Ahora sabemos que no compartir un mate y no dar un beso o un abrazo, también es una demostración de amor; no formar parte de una multitud en cualquier lugar, es respetar al desconocido, todo se aprende tarde o temprano, así es que sigamos cuidándonos y no olvidemos: el alcohol, el barbijo y el distanciamiento físico son nuestros aliados para combatir esta pandemia.

Algunas veces se lucha y otras, solo debemos esperar esa oportunidad que nos va a cambiar la vida y actuar. Es indiscutible que el estilo de vida que teníamos antes ya no volverá y que nuestras prioridades han cambiado, hoy valoramos mucho lo que tenemos y poco lo que nos falta.

Hay que seguir trabajando para que nuestro mundo se mantenga a flote, y si tu mundo ya se hizo mil pedazos, aprender a vivir de esos pedazos mientras lo seguimos reconstruyendo…

Valdrá la pena haberse adaptado, haber resistido y haberlo intentado.

Por eso, sigamos siempre hacia adelante, con más fuerza y dedicación…

Por amor a la profesión, pero sobre todo, con empatía y compasión.

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