Realmente, ¿escuchamos todo lo que oímos?


A simple vista los conceptos “oír” y “escuchar” parecen la misma acción, pero, según el contexto, el significado es completamente distinto:

Oír consiste en percibir sonidos de manera involuntaria, ya que forma parte de los 5 sentidos sensoriales del ser humano, mientras que el término escuchar, se caracteriza por llevar consigo la intención de oír, entender y comprender lo que el emisor nos quiere transmitir.

Sabiendo la diferencia entre dichos términos: ¿realmente escuchamos?. Un error muy frecuente es creer que estamos escuchando, cuando, en realidad, sólo prestamos atención a lo que nos interesa sin estar conectados con el otro, siendo esto el causante del fracaso de los vínculos personales dejando como consecuencia la pérdida de valores tales como la empatía, confianza y respeto, tan importantes para una comunicación eficaz.

Cuando hablamos de escuchar, no solo nos referimos a la acción de oír lo que con palabras nos quieren comunicar sino, también, de que se debería estar atentos y dar importancia a los elementos de la  comunicación no verbal, aquella en la cual el intercambio del mensaje es sin la utilización de palabras, teniendo en cuenta gestos, expresiones faciales, miradas, sonrisas, posturas, etc.

¿Por qué?, porque observando dichos elementos, podemos detectar emociones ocultas que no logran salir a la luz por diferentes motivos (miedo, vergüenza, sensación de no estar siendo escuchado, rechazo, etc).

En cuanto a nosotros, en caso de notar en el otro actitudes que consideremos extrañas, debemos incitar a que haya una comunicación. 

El escuchar al otro, es uno de los recursos más importantes para mejorar nuestras relaciones interpersonales, es muy gratificante sentirse escuchado y que alguien nos demuestre interés por lo que le estamos contando.

Aprendiendo a escuchar...

Imaginemos una situación en donde somos partícipes de una conversación, en la cuál, la persona tiene la intención de contarnos una experiencia vivida. 

¿Qué debemos hacer?

Estar inmersos en el ambiente donde nos encontramos y poner nuestra total atención a lo que estamos haciendo.

No interrumpir a la persona, al contrario, debemos dejar que se exprese.

Hacer contacto visual, esto genera en el otro la certeza de que le prestamos atención.

Observar sus expresiones y respiración, dependiendo de la emoción que está queriendo expresar.

Mantener un ambiente tranquilo y relajado.

Por eso, tengamos en cuenta que al momento de comunicarnos con las personas, sobre todo con los pacientes, debemos asegurarnos no sólo de oír, sino de escuchar lo que nos quieren decir aplicando las pautas que expusimos anteriormente y, recordemos, que aprender a escuchar también salva vidas.


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