Violencia hacia el personal de salud.


     ¡Hola a todos! Acá estamos nuevamente para compartir una reflexión más. Ya hablamos en otra entrada sobre el inconveniente de considerar héroes a los trabajadores de la salud, los cuales, ante situaciones más adversas, corren el riesgo de ser percibidos como villanos.

     Parecería que transformarse en villano, en lo que va del 2020, es cuestión de semanas; se pasó de la admiración y los aplausos en los balcones al aumento de la violencia hacia el personal sanitario, incluso, según el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Asociación Médica Mundial, superando los niveles previos a la pandemia. Y no se trata sólo de violencia física, sino también de estigmatización y amenazas, que, si bien surgen de una proporción pequeña de la población, su mera existencia y el aumento de casos ameritarían encender la alarma de las autoridades para actuar en consecuencia. Es preciso cuidar al personal de salud tanto del Covid-19 como de las situaciones violentas.


            


     Al margen de este escenario actual, los casos de violencia hacia el personal sanitario dentro de los centros asistenciales no son nuevos y tanto enfermería como el resto del equipo de salud deben contar con las herramientas necesarias para afrontar estas difíciles situaciones. El acto violento se puede generar a partir del paciente o de los familiares del mismo. Con respecto a enfermería, ya desde la etapa formativa como en la laboral, se pone en conocimiento sobre las distintas pautas y protocolos a los cuales ajustarse para brindar atención a un paciente violento. El punto álgido de esta problemática es cuando esa violencia emana de los familiares o allegados del paciente, situación que se da en los distintos servicios del ámbito sanitario y, lo que es más preocupante aun, fuera del mismo.

     Ahora el interrogante es ¿Qué debemos hacer ante un caso de violencia de un familiar? Tenemos acciones preventivas, acciones a llevar a cabo durante el suceso violento y acciones posteriores al hecho.

     En cuanto a las acciones preventivas lo primordial es saber identificar a la persona potencialmente violenta prestando especial atención a su actitud amenazante, la que se evidencia en el tono de la voz, en el lenguaje utilizado y en la comunicación no verbal (señalar con el dedo, inquietud, puños apretados, etc.). Una vez identificada la actitud, lo más aconsejable es aplicar todo el conocimiento adquirido en técnicas de comunicación efectiva y escucha activa. La comunicación empática va a ayudar al alivio de las tensiones y va a reflejar un interés genuino de la enfermera/o por la preocupación de los allegados con respecto al estado de salud de su familiar. En esta etapa es importante evitar reaccionar a las agresiones con respuestas del mismo calibre, sólo vamos a empeorar el problema. Debemos comunicar que vamos a brindar todos los cuidados que estén a nuestro alcance. Otra medida preventiva puede ser brindar la atención en compañía de otros miembros del equipo de trabajo.

     Ante la inminencia de la agresión física lo más recomendable es apartarse de la escena e ir en busca de ayuda y protección (personal de seguridad, compañeros de equipo, supervisores o jefes). Si no tenemos la posibilidad de huir pediremos ayuda a viva voz y procuraremos neutralizar los golpes que podamos recibir.

     Si no hemos podido evitar la agresión tenemos derecho a recibir asistencia médica, psicológica y jurídica. Una agresión física puede provocar estrés postraumático en la víctima, por lo que se hace imprescindible que la misma  reciba toda la contención necesaria y la ayuda profesional que crea conveniente.

     Estamos ante un escenario que nos preocupa, por lo tanto, se torna preciso la aplicación de todas las medidas tendientes a transformar esta realidad. Los trabajadores de la salud deben asumir el compromiso de una formación continuada, tanto en conocimientos como en técnicas de comunicación, y de exigir a quien corresponda que se garantice la seguridad de los profesionales. Las autoridades deben comprometerse a escuchar y a actuar ante los reclamos. En esta dirección, la Asociación Médica Mundial en su “Declaración sobre la protección del personal de salud en situaciones de violencia” del año 2014 hace algunas recomendaciones que instan a los gobiernos a:

  •  Asegurar la seguridad del personal de salud en todo momento, incluso durante los conflictos armados y otras situaciones de violencia, de acuerdo con las Convenciones de Ginebra y otros protocolos adicionales [1].
  •  Proteger los establecimientos médicos, el transporte médico y las personas atendidas en ellos y proporcionar el entorno de trabajo más seguro posible para el personal de salud y protegerlos de toda interferencia y ataque [2].

  • Crear conciencia de las normas internacionales sobre la protección del personal de salud y cooperar con los diferentes interlocutores a fin de identificar estrategias para abordar las amenazas a la salud. La colaboración entre la AMM y el Comité Internacional de la Cruz Roja en el proyecto Salud en Peligro es un ejemplo de esto [3].

     Esperamos que la nota les haya sido de utilidad y los invitamos, como siempre, a dejar su comentario ¡Hasta la próxima!


1, 2 y 3 – Fuente: https://www.wma.net/es/

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