Eres el arquitecto de tu propio futuro.


                     

     ¡Hola a todos! Queremos compartirle esta entrada que tratará sobre la resiliencia ante la muerte. En principio queremos compartir y así partir del término Resiliencia; la resiliencia es la capacidad que tiene una persona para superar y sobreponerse a situaciones traumáticas que le ocurren en la vida. El término muerte es el fin de la vida que se produce cuando el corazón y los pulmones dejan de funcionar. Según diferentes creencias y culturas la vida no se termina después del paso por la tierra.

     Vivir un duelo es común en varias etapas de nuestra vida. Cuando escuchamos la palabra duelo, automáticamente nuestra mente piensa en el tema de la muerte, ya sea la propia, la de un ser querido o de alguien cercano, o en caso de trabajar se nos representa aquella muerte de algún colega o paciente.

     Un duelo se refiere al periodo en el cual enfrentamos la pérdida y, si lo reflexionamos un poco más, se darán cuenta que, a lo largo de la vida, enfrentamos muchas pérdidas: perdemos etapas de nuestro desarrollo evolucionando a la que sigue, perdemos la niñez para entrar a la adolescencia, luego la adolescencia para entrar a la adultez y así sucesivamente. También perdemos personas, pero no necesariamente por enfrentar la muerte, sino porque dejan de estar en nuestra vida. Perdemos trabajos, cosas materiales o hasta llegamos a perder la salud. Todo esto implica un proceso de duelo diferente que, en mayor o menor grado, coincide en una adaptación al cambio, misma para la que normalmente no estamos listos.

     El duelo que enfrentamos al perder un ser amado es seguramente de los más impactantes porque, durante este proceso, los sentimientos toman el control por sobre los pensamientos y la razón. El temor más grande que tenemos como seres humanos es la posibilidad de perder a un ser querido pero, si razonamos fríamente, se trata de un temor carente de lógica, si al fin y al cabo lo único que tenemos garantizado al momento de nacer no es otra cosa que la muerte.  Entonces, si sabemos que nuestra única garantía es que vamos a morir deberíamos estar preparados para perder a los demás, pero la realidad es que no es así.

     Tenemos en cuenta que está en cada persona ver cómo enfrenta situaciones trágicas, alguna puede estancarse, paralizarse o avanzar, según lo que decidan  hacer en ese duelo. Consideramos que la resiliencia es un recurso psicológico que nos brinda una perspectiva para avanzar  constructivamente a pesar de las dificultades de la vida.  Entendemos que  esto implica una capacidad de resistencia y una facultad de construcción positiva; consideramos imprescindible posicionarnos en lo que la pérdida nos enseñó, nos dejó o nos hizo sentir. Ser resiliente  brinda la posibilidad de apuntalar la fortaleza de las personas. La vida siempre ofrece puertas donde encontrar salidas y avanzar positivamente; es real que para hacerle frente a estas situaciones es necesario contar con factores protectores que pueden ser hechos, situaciones o un entorno que nos ayude a elevar la capacidad o nos sostenga frente a las adversidades. Tener varias personas que confíen en nosotros, sentirnos queridos, generar acciones que eleven nuestra autoestima, aprender algún juego, bailar, pintar, consumir un dulce que nos de placer, comprometerse con una actividad que nos brinde bienestar o la sensación de ser competente, desarrolla actitudes para mejorar nuestra vida emocional.

     “La risa es una huella propia de cada persona, pero con la peculiaridad de que, a diferencia de la dactilar, es una huella cambiante, dinámica, al expresar en un momento dado su estado psicológico y salud mental”[1]

     La persona que puede reírse de sus problemas puede, o no, ser más fuerte que éstos, pero eso no quiere decir que a esa persona no le afecte su problema o no pase por una situación de estrés. El sentido del humor alivia las tensiones. El ser humano necesita que sus experiencias tengan un sentido; cuando nos sentimos útiles y necesarios para alguien o algo nos ilusionamos y nos motivamos. Para finalizar, consideramos que, a pesar de las adversidades, somos nosotros los arquitectos de la vida, podemos darle una pausa a la construcción, evaluar los planos y reflexionar si la orientación es la que deseamos como lugar en donde edificar nuestra vida. Pero lo importante es no dejar de construir, apuntalarnos, reforzarnos y avanzar sumando peldaños de experiencias al rascacielos de nuestra historia.

     Los constructores somos nosotros y de nosotros depende avanzar y llegar lo más alto posible, intentando siempre ir un poco más allá, aunque cueste, aunque duela, aunque se vea difícil, siempre hay que ser positivos y seguir adelante.

[1] Rafael Lahoz-Beltra, investigador del departamento de Matemática Aplicada (Biomatemática) de la Universidad Ccomplutense de Madrid.

 

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